Compradas las reses se pensó en organizar la becerrada para
el fin de semana pero el infortunio meteorológico (una gran
lluvia) impidió celebrar el espectáculo. Por lo tanto, los
animales debieron esperar su hora hasta el siguiente fin de
semana, teniendo, mientras tanto, que alimentarles y sacarles a
pasear por el ruedo, para evitar su anquilosamiento.
Por fin llegó el segundo domingo pero, como el anterior, otra
lluvia impidió hacer el festejo. Ni qué decir tiene que la
semana de espera hasta el nuevo fin de semana también tuvimos
que alimentar y pasear a las vaquillas. Y al tercer domingo con
el sol fuera, se celebró la becerrada. Pero cuál sería nuestra
sorpresa cuando al salir el primer astado, éste no embistió,
sino que se acercó con mansedumbre al espada que daba la
casualidad que le había alimentado días atrás. Otro tanto
sucedió con la segunda vaquilla. Como es lógico no se mataron
los animales en el ruedo y para evitar que la becerrada fuera un
fracaso económico y, resarcir a los asistentes del precio de su
localidad, aprovechamos la presencia de los miembros de la Banda
de la Cofradía, para que organizasen una charanga improvisada,
montando un baile en el ruedo que sirvió para alegrar a la
concurrencia presente.
Entre el importe de la taquilla y la venta de los animalillos,
los beneficios cosechados ascendieron a 12 pesetas.
Se podrá pensar si aquello realmente daba para mucho. Como es
lógico no. Pero todo se suplía con la colaboración altruista de
los hermanos y la ayuda de otras personas (muchas mujeres,
familiares en distinto grado de nosotros, bordaron los primeros
estandartes de la Cofradía). Así se pudo comprar la Carroza y
Paso de La Borriquita, los primeros instrumentos de la Banda de
la Cofradía y la Carroza y Paso de Jesús amarrado a la columna,
pudiendo colaborar económicamente con el Comedor de Caridad de
la Parroquia y otras colaboraciones solicitadas por la Iglesia.
Pero lo más importante de todo fue la hermandad y el buen
ambiente que siempre reinaba y, gracias a Dios, aun reina entre
nosotros, expresado con la comida de hermandad el día de la
festividad de Nuestro Titular, el 27 de diciembre, tras la misa
y la diana por las calles.

Junto con la adquisición de los Pasos antes mencionados la
Cofradía intentó tener más, concretamente el que representaba el
misterio del Calvario. Para ello, inicialmente, contamos con la
ayuda de la Parroquia, que nos cedía la imagen de un crucificado
(presente en la Iglesia Parroquial) y la cesión también de la
Virgen de los Mártires (que procesiona con nosotros, al ser ya
de propiedad de la Cofradía), sin olvidar el importante donativo
(hecho por Dª María Doctor, vecina de la Villa) de la imagen de
San Juan Evangelista, imagen que mientras la donante vivió
permanecía todo el año en su domicilio, siendo recogido por
nosotros en las fechas de Semana Santa, realizando allí mismo un
ritual basado en el rezo de diversas oraciones, al igual que
sucedía cuando se devolvía la imagen una vez acabada la Semana
Santa.
Así las cosas, con las imágenes referidas, el Viernes Santo por
la noche procesionaba el Paso del Calvario, hasta que a finales
de los años 60 principios de los 70 la Cofradía compró la imagen
del Crucificado, bendecido como Cristo de las Aguas, que vendría
a sustituir al Cristo que venía cediéndonos la Iglesia y que
devolvimos a ésta para evitar que se deteriorase.
De esta forma y otras se fue incrementando la Cofradía de San
Juan Evangelista (desde 1992 titulada Cofradía de San Juan de
Jerusalén).
A día de hoy, prácticamente la inmensa mayoría de aquellos
jóvenes y niños que en 1957 fundamos esta Cofradía, y que
permanecemos con vida, seguimos perteneciendo a la misma,
siguiendo nuestros pasos los que ahora son nuestros hijos y
nietos. Es en ellos donde vemos cómo el esfuerzo realizado, con
total altruismo y devoción, ha calado de lleno en muchos
corazones, cómo la llama que se encendió hace años se aviva con
la participación de los más pequeños, nuevos brotes que hacen
crecer el árbol de la fe en Cristo. Sí, en esto Nuestra Cofradía
ha realizado una loable labor, ya que tenemos, tiene, la
característica de ser fiel a sus raíces, recordando que fue
fundada por los más jóvenes de la localidad. Así, la Cofradía de
San Juan de Jerusalén vuelca sus esfuerzos en acercar a los
niños/as a la Semana Santa, acogiéndoles en su seno como
Hermanos/as y dándoles la satisfacción de poder sentirse
verdaderos partícipes de todos los actos en los que participa la
Cofradía durante la Semana Santa. De tal manera, no sólo vemos a
juanitos y juanitas formando parte de las filas procesionales,
con o sin su capuchón, haciendo incluso el sacrificio
penitencial de portar colgado de sus tiernos brazos el
característico y pesado farol de la Cofradía, sino que también
los vemos agarrando los cordones de los estandartes de la
Cofradía, tocando algún instrumento en la Banda de la Cofradía,
empujando la pequeña carrocita que sustenta la figura del amado
San Juan Evangelista (singular pieza de 1´50 mts, que recuerda
al San Juan de Salzillo de la Semana Santa Murciana) comprado
específicamente para ellos/as y/o portando los símbolos de La
Pasión durante la Procesión del Viernes Santo por la noche,
antecediendo al Paso del Calvario, llevando una escalera, una
bandeja con los clavos y la corona de espino y otra bandeja con
el mazo (singular escena nacida con esta Cofradía de San Juan de
Jerusalén que se mantuvo viva hasta la primera mitad de la
década de 1970 y que ha vuelto a ser recuperada desde hace 5
años).
Debe hacerse aquí referencia al carácter benefactor que siempre
ha sentido, siente y sentirá como propio Nuestra Cofradía, en
recuerdo de la labor de socorro que hizo (y aún sigue
manteniendo) la Soberana Orden de Malta, más conocida como Orden
de San Juan, que poseyó el dominio del Gran Priorato con sede
inicial en la vecina localidad de Consuegra y posteriormente en
Alcázar de San Juan, territorio del que Madridejos era un
importantísimo núcleo poblacional. En recuerdo de aquella Orden
Militar que desde la Edad Media sigue existiendo, nuestra
Cofradía tomó los colores de la bandera sanjuanista y la cruz
que forma parte de nuestro emblema, la cruz de San Juan o de
Malta que abraza un escudo en cuyo centro campea la cruz de
Santiago Apóstol; singularidad que dos cruces, alusivas a dos
Órdenes Militares españolas, sean al mismo tiempo las cruces,
que representan a los 2 hijos de Zebedeo, a los dos discípulos
de Jesús: a los que él mismo llamaba Boanerges o lo que es lo
mismo "Hijos del Trueno"). Pero más aún, lo que tomó fue la idea
de realizar labores humanitarias. En la medida de nuestras
posibilidades, nosotros no sólo hemos colaborado en el antiguo
Comedor de Caridad de nuestra localidad, sino también apoyamos a
Cáritas y singularmente realizamos tareas de apadrinamiento de
niños necesitados de países desfavorecidos (es el caso de la
colaboración con la ONG Infancia sin fronteras), teniendo a día
de hoy un niño apadrinado de origen y residencia nicaragüense.
Con gran satisfacción, los fundadores y el resto de Hermanos y
Hermanas, nos sentimos orgullosos de todo este periplo vital de
Nuestra Cofradía, a la cual ha pasado a formar parte de pleno
derecho, como un Hermano más, ostentando el cargo de Presidente
de Honor Vitalicio, desde el 18 de marzo de 2004, S.A.R el
Príncipe de Asturias D. Felipe de Borbón y Grecia.
Legados de nuestra historia
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